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la, lo hemos dicho, lo es), “emana algo        De lo que nos habla D. H.               las ovejas, cuyo balar y tropiezos en las   El hombre no sabe lo que busca ni lo
divino, que brota de la misma entraña              Lawrence es de ir a los             rocas producen un ruido seco y áspero       que ha ido a ver en esa lejanía; se que-
de la vida humana; algo que nace del                                                   que no le es propio a su ínsula. Com-       da “durante largo rato con los ojos fijos,
propio vivir humano cuando se des-         límites de lo humano, entre-                prueba con satisfacción que la gata         aquellos ojos de mirada remota, pene-
pliega en toda su plenitud sin que haya     garse a una fuerza transfor-               que lo acompaña ha desaparecido y           trantes y azules, contemplando con
venido a posarse como regalo concedi-                                                  con ella los maullidos agudos y pene-       una expresión ardiente, casi cruel, el
do de lo alto; algo ganado por haber              madora que se da en el               trantes que interrumpían el gran silen-     mar oscuro bajo el cielo oscuro”. Y en
apurado la esperanza en su extremo lí-        interior del ser al expulsar             cio. Su misma voz también se apaga.         ese contemplar también descubre el
mite y soportado su fracaso y aun su         su “magma” a la superficie.               Todo esto se le antoja sucio de tierra. Y   movimiento de la vida y la presencia
muerte: el algo que queda del todo que                                                 así llegan los días de inviernos a su al-   de una realidad más íntima. No sabre-
pasa”.                                    también con Zambrano, conduce al             ma, tan oscuros y fríos como los que se     mos si esta isla en su alma se manten-
                                          hombre “desde su estrecho mundo pri-         dibujan en el paisaje de la isla. El vien-  drá a flote, aunque sí conoceremos de
  Y eso que queda es precisamente la      vado a un lugar donde todas las cosas        to denso y la mar inquieta, afuera y        la mano de D. H. Lawrence que al final
tercera isla de Cathcart: “su pequeño     humanas le son propias; donde nada           dentro, forman una muralla a su alre-       Cathcart se resistió a ella: con mal hu-
dominio, siempre vuelto al incesante e    es extraño, le sitúa en el ancho hori-       dedor. Su pequeña cabaña débilmente         mor lo vimos tratando de escapar de su
inquieto mar”. El lugar sin lenguaje, el  zonte de la vida real (…); le hace ser (…)   iluminada, con cajas de libros apiña-       abstracción, transformando —sin re-
gran silencio. Su isla desnuda y sin re-  no el sujeto de su pequeña vida parti-       das sin abrir, cartas aún en su envolto-    parar en ello— su tierra árida en una
lieve, sin arbustos que se alcen agresi-  cular, sino el sujeto de la vida humana      rio, nos devuelven la imagen del desor-     en la que se alzaban colinas blancas “y
vos como la gente de la ciudad, está le-  sin más”.                                    den que se produce en el alma del isle-     éstas eran inaccesibles y humeaban
jos de ser símbolo de lo vacuo, pues                                                   ño, una transformación pasiva y dolo-       como volcanes, pero con polvo de nie-
ella contiene todo el ensueño de lo hu-     Lejos de habitarla, el autor nos           rosa que le develan una nueva realidad      ve”. Sin embargo, resistirse a los ele-
mano y su deseo de liberación, que só-    muestra cómo nuestro protagonista se         atemporal, donde el día y la noche se       mentos ya es tarde para quien ha recu-
lo surge en la contemplación desde la     abandona a lo desconocido en esta ter-       confunden y su alrededor se vuelve          perado lo originario. Se rinde así a la
orilla de una mar pálida y serena que     cera isla que es la definitiva. Se libra de  fantasmagórico. En este espacio lo hu-      nada y se pierde en ella, digo bien en el
le rodea. Y ese contemplar es fascina-                                                 mano se aniquila y el silencio, poblado     misterio de eso otro que es el silencio
ción pura que sólo se explica porque                                                   por otros (el de la nieve que cae, el ale-  que hunde a todas las palabras. En el
esta acción apura la tragedia y alienta                                                teo ausente de las aves marinas que         abandono él también es murmullo del
el nacimiento de lo otro aprisionado                                                   migraron de la isla), merodea el lugar.     mar que abraza su isla sin límites.
en el tiempo. Y la tragedia, digámoslo

*DIARIO DE LAS REVELACIONES

   Gustavo
   ∎Pereira

Las ondas prodigiosas

Vecino al mar como he sido desde siempre y               dinámico mediante un amplificador dejaba oír los so-        Publicamos en este número, un ade-
          embargado desde niño por la fascinación de     nidos emitidos por los mismos.                            lanto de Diario de las revelaciones, de
          su sola presencia, pienso en los aún no deve-                                                            Gustavo Pereira, un libro, que según el
lados enigmas de muchos de los seres asombrosos            Se supo así que el lenguaje del corazón se oía como     mismo autor, reúne "dudas, presuncio-
que lo habitan y me pregunto qué secreto impulso         el de un viejo reloj de pared, que las corrientes bioló-  nes y certidumbres, dispares semblan-
instintivo o qué lenguaje indescifrable transmitido a    gicas de los músculos en actividad se escuchaban co-      zas recobradas, evocaciones de lecturas,
la velocidad del pensamiento permite, por caso, a los    mo ráfagas de ametralladoras, del mismo modo que          vivencias, discernimientos y abismos
cardúmenes de sardinas y otros pequeños peces cam-       cobraron sonido las voces magnéticas de los abejo-        que el tráfago cotidiano prodiga o cobra
biar cual relámpagos su curso, impulsados por un re-     rros y los escarabajos y hasta de los mosquitos y las     sin desmayo a quienes, insurrectos irre-
pentino resorte biológico, para eludir la cierta o su-   mariposas.                                                mediables, buscan en ellos razones y
puesta amenaza, a veces ni siquiera visible, que perci-                                                            sinrazones que logren sustraernos de
ben.                                                       Era apenas un comienzo, pero un comienzo incon-         los cepos persistentes o de la confusión
  Recuerdo haber leído a mediados de los ochenta,        testable.                                                 enseñoreada."
en una revista científica que aún conservo entre las
publicadas en la Antigua Unión Soviética, un texto         Probar experimentalmente que los seres vivos irra-        Este nuevo título de la editorial Acire-
que trataba justamente sobre ello. Al encontrarlo veo    dian ondas electromagnéticas que de algún modo            ma estará disponible en septiembre de
que está firmado por V(ladimir) Mezentsev y en él ha-    procrean relaciones transensoriales con el medio am-      2020.
ce referencia a un lenguaje todavía arcano e incom-      biente, llevó a pensar que la información percibida
prensible para nosotros, el de las ondas electromag-     por los sentidos se graba en nuestro interior del mis-
néticas, objetos de estudio de un neurólogo italiano     mo modo que los sonidos en una cinta magnetofóni-
que a comienzos del siglo XX, mediante la hipnosis,      ca.
había logrado detectarlas en el cerebro humano en
los diapasones centimétrico y métrico, es decir, en        Podríamos hablar en consecuencia, y esto es lo ma-
forma de ondas hertzianas. El mundo científico de        ravilloso del espíritu creador acicateado por la duda
entonces, al no existir evidencias concretas e incon-    ante lo desconocido, de dos tipos de transmisiones de
trovertibles, puso en duda los resultados del experi-    información en todo organismo vivo y en el humano
mento, pero las impulsiones electromagnéticas gene-      en particular: el que se genera por las vías nerviosa y
radas por los organismos vivos se comprobarían años      psíquica, y la “radiocomunicación” molecular y celu-
después cuando se lograron construir instrumentos        lar que permitiría relacionarse a distancia, extrasen-
ultrasensibles capaces de detectarlas.                   sorialmente, como tal vez hagan los pequeños peces
  Uno de estos aparatos, creado por el científico P.     que en la placidez del mar nos asombran cuando en
Galiaév en la Universidad de Leningrado, pudo cap-       rápido centelleo burlan al supuesto depredador. O
tar tales biocampos y conectado a un altavoz electro-    como tal vez sucedió y sucede con los amantes que sin
                                                         haberse visto nunca antes saben desde el instante en
                                                         que se ven por vez primera que el misterioso hálito
                                                         que de repente los acercó, puede vencer el tiempo, y al
                                                         igual que el cardumen de pececillos, la distancia.
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