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SEPTIEMBRE 2020

Autor: Jidi Majia
Sichuán, China, 1961
Frente al espíritu de contención y de mesura que uno cree deber esperar de una poesía china, la poesía de Jidi Majia, en sus momentos de gran aliento, como es el caso presente, adquiere en su transcurso pluvial y majestuoso una cualidad exuberante. Una memoria milenaria y bullente parece crispar esos versos prolongados que dibujan la conciencia de la herencia hecha presente. Esta poderosa elegía conjuga la lírica de la nostalgia amorosa con un ímpetu narrativo que la va convirtiendo en epopeya de un linaje resurrecto, profundizando en un tiempo y un paisaje ancestrales.

Jidi Majia es uno de los poetas chinos más renombrados en la actualidad. Ediciones Acirema publica este año 2020 su antología Del Leopardo de la nieve a Mayakovski, un repertorio que conjuga la simplicidad, subitaneidad y silencio de la tradición oriental con la acelerada exasperación verbal de una conciencia interior contemporánea, que calibra su mundo desde las raíces étnicas hasta la catástrofe climática.

Para mi padre, Jidi Zuozhuo Wuhelüeju

Cuando la cuna fantasmal cae del cielo
la pluma de un halcón envuelve el tiempo, y tus pensamientos
lentamente clarean para una cachipolla ignota del tiempo robado
encima de montañas y ríos.

Tu cuerpo duerme acurrucado sobre su flanco izquierdo
igual que tus antepasados, y una muerte ancestral anuncia el regreso.
Es el cuerno de buey de todos los seres vivos, y lo repite
una y otra vez, pero ahora, más que otra cosa, suena a alborada.

La luz es el único mensajero, y esos caminos ya no conducen
a lugares extraños, guiando más bien tus cabras por las empinadas laderas del
                                                                                                                                  [pesar.
Aquellos erizos que siempre hacen guardia no llaman tu nombre
aunque la otra mitad perdida de la libertad haya sido saqueada en el terror.
He aquí la última aceptación, y todos los espíritus y las personas
han de cumplir los ritos finales hasta completarlos.

No te extravíes, no todos los caminos pueden recorrerse,
siendo éste el recordatorio de que esas imágenes, cuando se abran,
no serán iluminadas por las estrellas, y que sólo en tu propio camino puedes
                                                                                                                             [atisbar
las huellas dejadas por la silla de montar. Un discurso inaudible gobierna las
                                                                                                               [sombras falsas
que antes del ocaso perturban el sueño de las nueve antiguas palabras Yi
que fueron proclamadas.

Ésta es tu armadura, y quién aparte de ti
se atrevería a venir a reclamarla, pues el honor y los gritos alguna vez
hicieron desaparecer las bestias.
Todos los oídos saben de tu regreso, y no es el viento del amanecer
el que trae noticias, sino la armadura colgada en las paredes del cuarto ancestral
emitiendo los extraños sonidos de algo que se mueve,
y sólo los secretos de la muerte han de seguir siendo.

He aquí tu corona de plata,
gravada en el centro de la cascada solar.
Las alas escuchan atentamente las montañas ha luengo tiempo asentadas,
y el reloj de arena de las constelaciones es repatriado por un horno de huesos
                                                                                                                           [de cabra.
Deja que tus acompañantes reciban los ardientes guijarros rojos destinados
                                                                                                                      [a los dioses,
pues éste es un territorio denudado,
y todos los ojos pueden ver
desaparecer el halcón en el firmamento; no es el célebre sabueso de leyenda,
Kemaguo , mordiendo el hueso de un animal que no tuvo suerte, sino más bien
el cáliz de garra de halcón del adivino rodando desde la cresta montañosa hasta
                                                                                                                                 [el valle.
¿Eres tú escapando de los grilletes del cuerpo,
o es que proclamas la genealogía de tu clan en calidad de guerrero?

El anuncio de muerte suele propagarse con más rapidez
que las noticias de éxito, y también viaja más lejos.

En este lugar que en el idioma Yi se llama Jilebute ,
las montañas fueron tu única cuna y fundamento.
Cuando los cucos llaman y vuelven a llamar en las cordilleras,
aquellas horas quebrantadas no transcurren sólo en primavera,
y cuando la negrura se vuelve grietas y los gallos cantan a mediodía,
cae sobre Riduliesa una terrible nieve roja,
lo que significa que la Muerte ha levantado su bandera en lo más alto.
Algunos dicen que aquel día, incluso si llegara a venir el enemigo,
no se podría despachar soldados.

Así es como han muerto siglos de hombres, sin cambio,
pero el deseo no debe morir asimismo. Las deidades de las montañas
                                                                                                          [inspeccionan

el monte Abuzeluo , que es montaña sagrada.
Aquellos que han visto cuervos negros caer sobre los hombros
de los miembros de su clan como en un sueño
pueden morir en una prueba de vendaval de hierro, o morir protegiendo su honor
o morir de un destino siempre cambiante, o morir a raíz de una broma celestial,
pero no morir de provocación humillante, un escupitajo borrando su reputación.

Hay muchas formas de morir, pero sólo hay dos tipos de honor y de vergüenza.
Incluso hoy, los textos clásicos del sumo sacerdote Yi Hebishizu
siguen guardando los nombres de los sabios
y de las personas virtuosas, y su visión ha ensanchado y alumbrado ese camino
aunque el panegírico perdido se despliegue de nuevo, y los que todavía cultivan
                                                                                                                          [ la tierra
indaguen sobre los cuellos rutilantes de los bueyes, pero después de trillar el
                                                                                                                         [grano,
el amargo trigo sarraceno alimentará a los hijos de un pueblo
en las temporadas más inclementes.
¡Oh, tú que regresas! Cuando las almas de los difuntos entran al país de la
                                                                                                                          [blancura,
un precipicio se desliza en el Cielo sobre el angustiado hueso coxal de las
                                                                                                                          [montañas.
El destral de los antepasados ha desenterrado el limen entre almas y espíritus     
                                                                                                                          [humanos.
Ven a comer avena a manera de homenaje, esto es el libro secreto del firmamento
y Shimumuha , el peñasco donde se juntan las almas, es arrancado
por un caballo-espíritu al que le da por sollozar.

Éstas son tus pisadas cruzando con harta prisa los reinos espirituales y humanos.
La cera de abejas en tu oído izquierdo recoge una luz vertiginosa, y tus hombros
son pespuntados con unas conchas de almeja.
El rebaño de la diosa Pumoliyi es tan sosegado como montón de piedras al
                                                                                                                        [atardecer.
He aquí los dones de los espíritus, concedidos a la humanidad fértil.
Sólo la adoración de los antepasados es capaz de asegurar el descanso de los
                                                                                                                        [fallecidos.
Puedes usar la fina vestimenta de un largo periplo, pero cuando empiezas a correr,
tus pies descalzos todavía rebozan del enorme poder del mundo salvaje.

A medida que los espíritus cruzan los cielos y las cordilleras, se niegan a entrar
al dominio del deseo y de la violencia, y sólo los niños de tres años de edad
pueden vislumbrarlos de manera fugaz, con sus ásperos pies descalzos.

¡Oh héroe! Escondo tu nombre en la luz.
Tu vida entera ha de reaparecer y esfumarse en la lobreguez y la oscuridad
                                                                                                                         [vertical.
Es una lentitud de lejanía, un Jier para una puerta abierta.
He aquí tu infante mamando el pecho de la madre,

un embrión de mujer, su belleza coincidiend
con la memoria, un dedo diminuto que hace temblar un arete,
una belleza entre las bellezas, un pariente genuino del Agachamo
y descendiente de ese clan que cruzó el río prendido de la cola del buey-espíritu.

He aquí tu flecha que disparada recorre el monte Yimuzemu , la montaña sagrada,
y es la encarnación de un antílope, y tú miras los alerces jugando en el sol de
                                                                                                                        [invierno,

agradecido por la presa que cazas, tragando la hambruna de color ocre.
Volviste a una pupa imaginaria, las alas de la infancia mordedoras de luz.

He aquí tu escalera a los cielos, un nido de avispas arrancado de un acantilado,
y cada amiguito abre la boca y cierra sus ojos colmados,
feliz, recibiendo con fruición la miel dorada que del cielo cae.

Eres tú en la colina trasera de Dajishaluo , escuchando la historia del viento
mientras oyes el sonido de ovejas deslizándose en los acantilados de ese lugar
                                                                                                                         [distante.

Es el toque de la brida, el sitio donde se puede disfrutar de una comida deliciosa.
Un niño pastor conspiró para empujar una oveja por la borda del acantilado.
Quién pudiera explicar entonces los secretos de la juventud,
pues los humanos siempre se valen de los mismos viejos trucos.

Éste es el primer atisbo de los regalos que brinda al cuerpo el amor
al descubrir la guitarra y la flauta dulce, y la posibilidad de pureza en la muerte.
El Festival de la Antorcha se explaya en bufandas y en los dulces de la gente
de pantalón estrecho que reavivan las promesas de las estrellas,
un festival de los ojos y de la libertad, el lecho húmedo y resplandeciente de la
                                                                                                                       [tierra.
Con tu genealogía de héroe, ¡les dices quién eres tú! Ahí donde acaba la naturaleza humana, resistes
 a la timidez del cuerpo, anhelando la inmortalidad del espíritu.

Aquí te guían los nombres de padres e hijos, lanzas y escudos te brindan una boca.
No hace falta descubrir la verdad, los dioses están grabados en el lado derecho
de la corteza de árbol seco.
Si no son las cenizas de la tierra, entonces debemos enarbolar la voluntad de ser
                                                                                                                          [libres
y aclamar a Chikeboxi ! El birimbao es el lenguaje de los poetas,
y porque existe, el amor puede salvaguardar la nobleza, la sutileza y la modestia.

Ésta es la primera vez que tú y el lenguaje llegaron a hacer suya la leyenda del
                                                                                                                         [fuego.
De sabio Degu aprendiste aforismos, y él te enseñó a observar el Sol y la Luna.
Cuando los ciervos ribereños de Mabuhuoke emiten sus tiernos bramidos de
                                                                                                                         [celo,
el sonido antiguo supera con creces la historia que conocen los humanos.

Al amanecer siempre te apurabas en abrir la puerta de madera
y a disolver Erbixvi y Kezhe en agua, dejando que las cabras negras
y las cabras blancas laman las somnolientas estrellas colgadas entre laderas
                                                                                                           [de montaña.

En un sueño, aceptaste el regalo de la oveja de dos lenguas, Yuegehajia ,
y su llamado lejano hizo que la esfera celestial apareciera en un cuenco de agua.

Tus hermanos de relámpago y campana de cobre son hijos de cóndores y ámbar.
Eres el jefe elegido por generaciones de letras celestiales de tigre y leopardo.

Los orificios maternos pueden ver la estructura del dolor.
¡Oh espíritus! Todos son huérfanos,
y si es que no lo has visto tú mismo, entonces debe ser falso,
pero la certeza verdadera es cosa aun más rara. Cada pueblo tiene su propio
tiempo de héroes, sólo hace falta saber cuándo se habrá de dar.
Tu coraje y tu perspicacia atraviesan una comarca entera,
y la protección de los ancestros siempre te ha envuelto amorosamente.

He aquí un gran clamor, pues algunos alegan que cuando se mata injustamente
a una deidad de las montañas, la ofensa debe pagarse con la vida, o mejor aun,
que con sus manos los parientes consanguíneos estén obligados a sacrificar
                                                                                                                          [un buey!
Rodearlo en el ombligo de las constelaciones y llorar ante la vida a punto de
                                                                                                                          [acabarse,
liquidando así la deuda final.
Éstas son las Escrituras familiares, y la hoz de mango largo que nos fue heredada
cosechó las noches y los días de nuestros mayores mientras yacían aturdidos
                                                                                                                          [por el opio.
Ahora sólo tú lo sabes, si es que aún logras sobrevivir.
La gente y los demonios te consideraban demasiado joven.

Ahí estás tú escalando un álamo, y con justa razón
disparando a un leopardo que amenazaba a una mujer embarazada; en su pelaje
quedó un agujero como lo es su destino segado, y para ti extendió
un lecho mortuorio, o tal vez sea la postura de un mata-llamas acostado en
                                                                                                                           [la tierra
con los brazos y piernas en cruz.
Mientras permanezcan las montañas, gavilanes y halcones se deslizarán
con alas encendidas, y las sillas de montar de los guerreros aguardarán,
y tú te volverás inmortal.

No fue en el dosel de las estrellas que descubriste lo que es la muerte
y que rechazaste el miedo a la descomposición; fue por tu deseo de significado
que supiste por qué uno debe luchar ferozmente contra esa oscuridad
oculta y sin nombre.
Otros no nos enseñaron cómo flotar a la deriva encima de esta comarca,
y es porque creamos nuestros propios festivales, el único tiempo de ingravidez
en el que alcanzamos a ver la flor de la existencia, y podemos,
por el más breve momento, rechazar la muerte.

Si el sagrado Monte Zhekemutu no te hubiera concedido poderes místicos,
el cuerno de buey no hubiera podido aullar como lo hace una tormenta.
Alguna vez observaste las estrellas y la avena como si fueran gotas de rocío
en un paisaje de ensueño,

y la sensibilidad del cuerpo te hizo conciente de todo lo que iba a suceder.
Ese instinto que te lleva a defender la libertad estaba bien versado
en las fluctuaciones del sol y los cambios de estaciones,
y finalmente eligió la piedra sólida en lugar de alas flotantes.

Éste es un momento en el que cambian las órdenes y los principios.
Todos deben pasar por las dobles pruebas de vida y destino,
No sólo como parte de lo que ha sucedido como lo son la revolución y la guerra.
Que nuestros hermanos y hermanas se mantengan firmes
bajo los embates de aguaceros y tempestades, testigos de la esperanza,
Veamos fluir sus lágrimas, cuerpo y espíritu asumiendo la pesada carga
de llevar a cuesta las piedras celestiales.
Tus pies descalzos estaban acostumbrados a las espinas,
pero ¿quién conoce ahora el dolor de las llamas?
Sin importar cómo varían las constelaciones caóticas entre palabras ignotas,
tu entendimiento y descarte de las cosas comprueban que siempre has sido un Yi.

Duermes profundamente, recostado en el muro de arcilla, resistiendo
                                                                                                           [necesidades
que no son del todo humanas, juntando una nueva realidad, dando amor a
                                                                                                           [mujer y niños.
Eres una semilla libre, y tu caballo siempre está sosegado.
Cuando la noche modifica los contornos del cielo, tus pensamientos cobran vida
emparejando el águila y el corcel. Eres un héroe
y agarras el sol con los dientes, sin decepcionar la luz resplandeciente.
Tú y el dios del vino siempre estuvieron enredados,
y lo usaste para derramar tu corazón.
No sólo eras tú —sus maravillas han destruido otras existencias humanas.

En vida, tú elegiste el lugar de tu propia creación.
Desde ahí puedes ver lejos, rumbo a Zizipuwu .
A tu hijo mayor le dijiste que la copa de beber siempre se le pasa al que está
                                                                                                                         [ausente.
Tantos de nuestros mayores no vivieron para alcanzar tu edad.
A todo ser vivo se le tomará de vuelta, y sólo el fuego ha de cumplir sus promesas.
Las estrellas, ganando en velocidad, no han cambiado la posición del yunque.
Tus ritos funerarios son mañana, y el débil trueno al filo del horizonte nos indica
que los miembros de tu clan y tus parientes habrán de llorar, estando de luto,
y que verán partir tu espíritu.

¡Oh héroe! Cuando el amanecer brille al caer de las alas extendidas de los pájaros,
los mensajeros de la luz se pondrán de pie entre las montañas, solemnes y
                                                                                                                            [deferentes
como los estudiosos del Sol, y esperarán hasta ese momento
en que la cabeza del buey a sacrificar refleje la imagen del hachuela, y la piel del buey cubra las
máscaras del dolor, pues ésta es quizás el ingreso a otra vida,
otro retorno a la placenta de la tierra, y la muerte también ha de ofrecer un
                                                                                                                            [panegírico
y dejar que cada persona presente en el ritual comparta la comida.
Mientras aun vivía, el difunto a menudo alegaba que ésta era su petición final.
Para ensalzar tu virtud, las mujeres vestidas de negro

hablan en turnos alabando tu gloria, y las costillas de las palabras
quedan incrustadas en poemas, una suerte de emoción sólo presente en la
                                                                                                                            [médula.
Aquí confiarás en la grandeza de las tribus, y la tristeza del espíritu difunto
se tornará alegría, pues tú yaces en el abrazo del amor y del afecto,
y cada vez que el sonido del llanto marque la herida, la sangre oculta
goteará hacia el corazón del aire, y ¡oh, la cuerda del instrumento chasqueará
                                                                                                                          [de nuevo!
Los muertos pueden seguir escuchando la voz de los vivos, ¡yo confío
en que tú sigues aquí!
Cuando mi hermana casada dice: "¿Quién escuchará ahora
mi llanto?, se juntan las lágrimas en el rabillo de tus ojos.
Anfitrión y huéspedes usan las lenguas de la poesía Yi para determinar éxito
                                                                                                                          [o fracaso,
preguntándose cuándo llegará la muerte eterna al mundo humano
y cómo se reúnen nuestros parientes difuntos en ese mundo de blancura.
Cuán irrisorios, cuán triviales los seres vivos que residen en el tiempo, tanto así
que sólo los guerreros espirituales y los sabios dejarán nombres que vivan
                                                                                                         [para siempre.
Las oriflamas de despedida forman una línea, como las tribus Guhou y Qunie

volviendo a nuestra historia migratoria, y ¡oh, el exilio espiritual seguirá sur curso!
La carnicería de bueyes y cabras consuela a los vivos, y los muertos del ayer y
los del mañana no son diferentes, pero las huellas que deja la muerte
permiten que los narradores nos sobrepasen y entren sigilosos en los confines
                                                                                             [de la vida y de la muerte.
Allí viene de regreso el éxito rojo, el cielo se llena de líneas trazadas
con huesos de cabra, y hoy día es cuando satisfacemos a los espíritus: confío
                                                                                                                         [en esto.

¡Oh héroe! El antiguo sol mana un caudal de rayos misteriosos,
y la escalera que sale de las montañas y de la tierra se levanta en un espejismo.
Bimo nuevamente empuña el báculo que ha despedido la luz,
y en el paso final, encuentra el agua corriente que guarda en ella todas las
                                                                                                           [posibilidades.
Alzan al muerto sobre su lecho de madera, y éste se va meciendo
como si estuviera en la primera cuna,
cuerpo dormido sobre su lado izquierdo, como si aún estuviera en el vientre
                                                                                                          [materno.
Éste es el último regreso triunfal, y entrarás entonces al palacio del oráculo.
Ves esa pendiente translúcida que se abre en muchos escalones
                                                                                                          [multidimensionales,
y en el lejano río flota una semilla cuya posición en el universo no ha sido fijada.
Las voces que envían el espíritu se alzan y decaen, como si cayeran del cielo,
y los ecos en espiral parecen surgir de la irrealidad bajo nuestros pies.
Los que te despiden no miran con perspectiva, pero Bimo y tú son capaces de ver
ese camino oscuro que tú no puedes recorrer, el camino del diablo.

Recorre a pie el camino de blancura, ahí donde los antepasados anduvieron          
                                                                                                                          [descalzos.
Verás cosas irreales revivir en la verdad, y entonces el cuerpo se divide.
Un orgullo de tigre despunta al centro de un panegírico plateado, el tiempo se
                                                                                                                          [ torna flor,
los árboles sonríen al aire libre y el álgebra del séptimo espacio se extiende en
                                                                                                                           [las rocas,
y los peces invisibles vuelan por encima del río mientras que el vidrio toca
                                                                                                                          [melodías
en las barbas de las cabras monteses;
el blanco y el negro ya no son colores opuestos, el azul domina
sobre el tiempo, que acaba de cambiar, el púrpura y el amarillo no están
                                                                                                           [en sus puestos.
Ves en el horizonte una grieta que poco a poco se va abriendo al multiplicarse,
y allí un pergamino revela una página reflectiva; el piso de la luz sigue subiendo
y unos pilares anuncian tu llegada, mientras que una imagen desvaída cubre
                                                                                                           [las rodillas.
No hace falta que la ley nos obligue a cumplirla: esa blancura demarca un
                                                                                                           [nuevo rito.

Éste no es el castillo del futuro, y las suturas no dejan rastro en su estructura.
Aquí no hay guerra, sólo millones de jardines zoológicos que han pasado por los sueños, y aquí no  
hay cubiertos de platería afilados, sólo cucharones maleables.
Aquí no hay rangos ni líderes, sólo escaleras listas para la Osa Mayor.
Las ideas claras ya no se expresan, las perlas del lenguaje ruedan en la
                                                                                                          [desnuda claridad.
Nadie se burla si tomas el tazón equivocado, y las estrellas no ceden
ante falsos proyectiles de artillería.
Aquí sólo está lo blanco, y cualquier existencia insignificante será destruida
en aquella blancura.
El esqueleto de la blancura se ha abierto, y desde lejos parece una hoja en el
                                                                                                                       [universo.

¡Oh héroe! Te han levantado sobre nueve capas de madera de pino,
el fuego de la cremación.
Muqielehe , la montaña sagrada más cercana al Cielo, es el lugar consagrado
de nuestros antepasados.
En los linderos de la arena eterna, donde sólo el sol y el fuego pueden rugir para ti,
tu cuerpo está cubierto por un manto impecable, el vínculo final entre vivos
                                                                                                                          [y muertos.
Puedes escucharlo, nuestros gritos en el valle elevándose hacia las alturas azules,
los humanos y el universo cantando en un coro, y todas las abejas
salen brotando de las notas de cristal.
He aquí el poder y el misterio de nuestro idioma, lo único capaz
de hacer llorar a la gente.
He aquí la tradición del padre de la humanidad, que debe traspasar el oscuro
                                                                                                                           [espacio
que carece de adornos.
Acaba de llegar aquí, es tu susurrarme diciendo que ha comenzado tu
                                                                                                                          [inmortalidad.
¡Oh, padre nuestro! Eres el héroe de todo lo significativo.
Respirar, vivir, sufrir, luchar y amar, todo eso hiciste.
Puedes verlo, en la reluciente puerta, con tus ancestros vistiendo las mejores
                                                                                                                          [prendas;
la gran ceremonia para ti llega a su fin, y ahora te encuentras en otro mundo.

¡Oh héroe! Nadie sino tu hijo encendió para ti el fuego de las llamas finales.

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